“Los apóstoles dijeron al Señor: Auméntanos la fe.” (Luc 17:5)

En la vida cristiana solemos hacer peticiones a Dios de muchas cosas, entre ellas carro, casa, salud, bienestar; y no es que esté mal, pero en el pasaje anterior los discípulos le piden al Señor que les aumente la fe. En estos tiempos lo que nos va a sostener es la fe.

La definición de fe es certeza y convicción. En otras palabras la fe es tener plena confianza.

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1)

Hay cristianos que tienen plena confianza en el sacrificio de Cristo y en su palabra, pero hay otros que solamente la tienen en el sacrificio, no confían en su palabra porque hasta allí llega su relación.

A la hora de vivir les cuesta conducirse conforme al consejo de la palabra y para vivir diariamente necesitamos tener una vida firme en la fe, si yo dejo de oír al Espíritu Santo estaría resistiéndole.

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.” (Hebreos 11:6-8)

Porque es imposible que si el Espíritu Santo vive dentro de nosotros no nos dirija y redarguya para que vivamos agradando a Dios; cuando resisto me vuelvo rebelde y dejo de escuchar y esto trae consecuencias; el pecado más grande que tiene el ser humano es la incredulidad, cuando se endurece el corazón del hombre se pierde el temor a Dios y ya no lo vemos de la misma manera que cuando lo reverenciamos, ya no lo escuchamos, ya no se atiende y duda de su palabra.

“Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Jehová?”
(Éxodo 17:2)

Este pasaje nos narra la experiencia de Israel, el pueblo era libre de la esclavitud de Egipto, Moisés el gran libertador lideró al pueblo, Israel no conocía el camino hacia la tierra de Canaán; de igual manera nosotros no conocemos del todo este camino hasta que empezamos a caminarlo en la fe por medio de las promesas de Dios; acá el pueblo altercó contra Moisés dudando del poder de Dios y olvidando cómo habían salido de Egipto con mano poderosa mostrando el poderío de Jehová de los ejércitos.

Dudar de las promesas de Dios nunca será bueno porque la duda endurece el corazón, nos separa de la voluntad de Dios perdiendo la confianza en aquel que nos ha llamado y desviando la mirada de las cosas espirituales.

Las circunstancias no deberían cambiar nuestra fe, lo que estamos viviendo que no quite a Cristo de nuestras vidas, debemos de confiar en el Eterno como lo hicieron los grandes hombres de la Biblia que pasando tribulaciones nunca abandonaron su confianza porque en ellos había convicción y certeza, sabemos que no estamos caminando solos en este desierto, no debemos temer porque el temor trae turbación, desconfianza e incertidumbre y todo esto nos detienen de los propósitos de Dios.

El miedo puede visitar nuestra vida, pero cuando el amor de Dios nos invade este hecha fuera todo temor:

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” (1 Juan 4:18)

Cuando llegue el temor el Espíritu Santo nos da la fuerza y nos da denuedo:

“El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, De la peste destructora.” (Salmos 91:1-3)

Lo que sostendrá nuestras vidas en los tiempos de adversidad será la fe, debemos de cuidarnos de no ser incrédulos sino caminar en la confianza de Dios sabiendo que para Él no hay nada imposible. Israel estaba en el desierto y cuando algo les hacía falta ellos murmuraban olvidando las maravillas que habían presenciado de cómo Dios los libertó del pueblo que los tenían en esclavitud.

“Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Jehová, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese. Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Jehová? Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados? Entonces clamó Moisés a Jehová, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán. Y Jehová dijo a Moisés: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y ve. He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel.” (Éxodo 17:1-6)

De igual manera hay gente que no han entendido el llamado a la salvación, Dios desea que seamos salvos, aunque pasemos circunstancias adversas eso no significa que Dios no esté de nuestra lado sino que significa que debemos buscar más de Dios, acercarnos más a Él anhelando su presencia y adorarlo.

No murmuremos sino veamos al invisible, creamos a las promesas, son tiempos de afirmar nuestros corazones viviendo confiados, cuando nos encontremos necesitados, no olvidemos que Dios no falla sino que el problema radica en que nosotros queremos las cosas como a nosotros nos párese y no conforme la voluntad de Dios.

Es tan fácil caer en murmuración, no cerremos nuestros oídos cuando Dios está hablando a nuestras vidas. Satanás desea derribar nuestra fe, pero debemos estar firmes sin tentar a Dios como lo hizo Israel.

“Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, Donde me tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años.” (Hebreos 3:7-9)

Pastor Rev. Silvio Téllez
Jesús Es Luz Inc.