“Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.” (Salmos 127:1)
Dios quiere edificar nuestra casa. No es el hombre, el amigo, nuestros familiares, ni cualquier posesión que tengamos lo que puede edificar nuestra vida espiritual sino que Dios quien hizo los cielos y la tierra, el sustentador de nuestra alma es Él único que puede realmente edificarnos.
Es aquí donde debemos entender cual es el llamado de Dios, Él nos llama a la edificación.
Si Dios nos está edificando es necesario que pasemos por algunos circunstancias de la vida porque de eso se trata que vayamos aprendiendo y desarrollando a tener confianza en Dios, el salmista dice: Si Jehová no edificaré la casa, en vano trabajan los que la edifican.
La pregunta es ¿por qué dice en vano trabajan los que la edifican? Y ahora yo pregunto ¿cuantas veces ha tratado con el desaliento, con desánimo, tristeza? Y traigo esto porque trabajamos y trabajamos y se nos derrumban las cosas en un momento, ya sea por una noticia o una enfermedad, por una pérdida, por algo que escuchamos, por algo que vemos y tenemos que comenzar de nuevo, esto nos da a entender que Dios nos está enseñando que nuestra dependencia siempre debe de estar en Él.
El Salmo 23 nos enseña que el trabajo del pastor es guiar, proteger, sanar las heridas, poner ungüento en la vida cuando se está herido, fortalecer y llevarte a lugares tranquilos de paz.
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” (Salmos 23:4)
Cuando se nos derrumba algo es Dios quien lo permite; y como nadie nos puede ayudar tenemos que ir al pastor, a Jesús al hijo de Dios; porque muchas cosas no son obras de los hombres sino que tiene que venir el mismo Dios a edificarnos, a levantarnos, a animarnos a decirnos que El está con nosotros, no se debe turbar nuestros corazones y ni tener miedo.
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.” (S. Juan 14:1)
Cuando caminamos con la guianza del Espíritu pueden venir cosas desconocidas a nuestra vida y no nos quebrantarán porque es Dios el que nos fortalece, porque nuestra esperanza está en Dios y nuestra mirada puesta en Jesús el autor y consumador de la fe.
“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” (Hebreos 12:2)
Nuestra vida debe estar fundamentada como un edificio, dicho edifico tiene fundamento profundo y firme y la vida del cristiano esta fundaba en la roca que es Cristo a través del sometimiento, quebrantamiento y esto no es un resultado de la noche a la mañana sino que todo es un proceso en la vida cristiana. Dios permite circunstancias adversas en la vida para formar el carácter porque El tiene propósito aunque no entendamos ciertas situaciones en nuestra vida, Dios solo espera que nos rindamos a Él, porque no es con nuestras fuerzas que seremos edificados, sino que es El que a través de las bendiciones espirituales que nos irá transformando en algo especial para Él.
Dios edifica con el propósito de capacitarnos para enfrentar lo que nos pondrá adelante para que seamos gente de carácter llenos de Dios y de fe confiando y esperando solo en Él, por eso es que tenemos que pasar pruebas para aprender a resolverlas y muchas veces pasamos por la misma la situaciones para aprender, porque nuestro mayor aprendizaje es la repetición, y no debemos de olvidar que los que esperan en Jehová nunca serán avergonzados y Dios tiene una manera de formarnos, así como lo vemos en la rueda del alfarero.
“Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.” (Jeremías 18:3-6)
Cuando no nos salen bien las cosas como esperamos debemos humillarnos ante Dios y pedirle perdón y preguntarle que estamos haciendo mal y que a El no le agrada y si vamos por el rumbo equivocado, decirle que nos enseñe para no pasar por pruebas más grandes y debemos escudriñarnos, porque nadie quiere recocer cuando vive una vida descuidada, descuidando los valores, la relación con Dios, los dones; nos entra el orgullo y ni cuenta nos damos, no olvidemos que todos trabajamos para un solo reino, y si Dios no edificaré la casa en vano son los que trabajan.
Pastor Rev. Silvio Téllez
Jesús Es Luz, Inc.