“Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda.” (Salmos 121:2-3)

En el antiguo testamento se hicieron ciudades de refugio donde el hombre se refugiaba del vengador, pero este debía permanecer dentro de esa ciudad porque si salía el vengador podía tomar su vida, porque existía la ley “ojo por ojo, diente por diente”; siempre ha existido después del pecado, que el hombre quiere tomar venganza por su cuenta, aún la gente que tiene a Dios muchas veces lucha con esto que no perdona y quiere vengarse, el salmista dice:

Alzare mis ojos a los montes, ¿de donde vendrá mi socorro?,

En la vida cotidiana necesitamos ciertos refugios y llamamos a las personas capaces de darnos ese auxilio que necesitamos, pero en este Salmo habla de la vida espiritual del hombre cuando se siente en angustia, cuando necesita del socorro, cuando su ser interior está turbado, de manera que empieza a quebrarse, por eso es que necesitamos al Consolador al Espíritu de verdad el que vive en los creyentes.

Por eso se le llama Consolador porque nos da el consuelo que necesitamos, la respuesta, la palabra adecuada y el ungüento para sanar nuestra vida y nuestro corazón.

El salmista continúa diciendo en el versículo dos: “Mi Socorro viene de Jehova”,

No es del hombre que vendrá el auxilio que nuestro ser interior necesita pero necesitamos profundizar más en nuestra relación con Dios porque estamos viviendo tiempos difíciles donde cada día tenemos que tener la confianza en Dios. No es tiempo de estar claudicando entre dos pensamientos, es tiempo de profundizar más en el Señor, tiempo de buscar más de Dios, pero no solo en el sentido de asistir más a la iglesia sino profundizando en una vida espiritual, en una comunión verdadera con Dios.

¿Quienes son las personas que pueden hacer esto? Aquellas personas que no son niños en Cristo Jesús.

“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.” (1 Corintios 3:1).

Hay muchos creyentes que todavía no saben lo que es una relación profunda con Dios.

“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.” (Hebreos 5:12)

Por eso es que hay que hablarles como a carnales, porque la vida del Espíritu es una relación de tu espíritu con el Espíritu de Dios, de profundidad, de entender las cosas espirituales que solo las revela Dios a través de su Espíritu y su palabra, que entendamos lo que estamos viviendo teniendo discernimiento.

Muchos quieren vivir una vida carnal y espiritual a la vez y no se puede de esa manera; los que están conectados con Dios pueden entender el camino que nos espera, la situación que se está viviendo dentro del ciclo espiritual, la vida que debemos llevar en Cristo y refugiarnos; pero si aún somos niños espirituales no podremos refugiarnos, si aún somos carnales y desconocemos las cosas espirituales, sino ponemos atención a las cosas de Dios, sin convicción de lo que Dios puede hacer con nuestras vidas.

“porque nuestras vidas están escondida en Dios” Colocenses 3:3

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; (Romanos 8:1-3)

El cristiano está refugiado en Cristo, en las promesas de Dios, en lo que Dios le ha dicho que Él es su refugio “alzare mis ojos a los montes, ¿de donde vendrá mi socorro? No de la carne, no lo busquemos en la vida de la carne, el hombre que no tiene a Dios no confía en que El puede proveerle y multiplicar; en cambio el espiritual vive confiado en Jehová, esperando y poniéndose en las manos de Dios, haciendo las cosas para Dios, para que le provea, para que El en toda situación tome dominio, autoridad y le guarde porque El es “Jehová su guardador, El es tu sombra a tu mano derecha” la mano y el brazo de Jehová no se acortado para aquellos que le buscan, aquellos que le adoran, aquellos que esperan en Jehová jamás serán avergonzados, porque las fuerzas vienen del Dios Altísimo, la provisión de la iglesia viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra.

El carnal pelea por sus cosas.

“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.” (Santiago 4:1-2)

Porque para pedir hay que confiar, hay que pedir con fe. Dios tiene los recursos pero exige fe, Él tiene la respuesta pero pide confianza, Dios exige de nosotros que pongamos toda nuestra confianza cuando le pidamos, Dios lo que pide es nuestro corazón confiado en Él, que nos refugiemos en su bondad y misericordia, que tengamos una vida con relación en nuestro padre celestial.

Cuando estamos alineados a la vida espiritual no pedimos para nuestros deleites como suelen hacerlo los carnales con egoísmo sino que pedimos para nuestra edificación, la bendición, confiando en Dios.

La Biblia marca la diferencia de un hombre que le sirve a Dios y del que no le sirve, Dios no nos desprecia si somos carnales al contrario Él nos dice nuestra situación para que nos volvamos a Él.

“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” (Galatas 5:19-21),

Al carnal le interesa su propio bienestar, al espiritual le interesa el bienestar de su prójimo, el carnal pelea todo para él, el espiritual piensa en los demás.

Se debe dejar las obras de la carne porque ellas no pertenece a la vida de Dios, el cristiano debe de tener el carácter de Cristo, el cristiano es tentado a ser egoísta, vanidoso y carnal, tiende a olvidar la bondad y misericordia de Dios y necesitamos recordar los primeros rudimentos, no podremos alcanzar madurez espiritual siendo niños carnales, se necesita obrar conforme al fruto del Espíritu.

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” (Gálatas 5:22-23)

Los que están refugiados en Dios llevan una vida fructífera.

“El que tiene oídos para oír que oiga lo que espíritu dice a la Iglesia”

Pastor Rev. Silvio Téllez.
Jesús Es Luz Inc.